martes, 23 de agosto de 2011

CITACIÓN A UNA DIFUNTA

Muchas veces nos preguntamos por qué estamos donde estamos y cuál es el cargo que se tiene en contra de los administradores de la justicia en Bolivia.
Pues bien, para muestra basta un botón dice el adagio y resulta que en la ciudad de La Paz, una juez, citó a una difunta a los tribunales para que responda en la investigación de una triple colisión que, precisamente, había cobrado su vida; para los conductores, dispuso medidas sustitutivas aunque a uno de ellos lo imputaban de conducción peligrosa.
Independientemente de los detalles técnicos del hecho, lo que no pasa desapercibido es la falta de prolijidad, de cuidado, de atención, que presta la juez porque no puede ser que estando en los expedientes respectivos su deceso, la mande citar por ser la esposa de uno de los choferes.
Con harto desparpajo de los propios abogados se cuenta también el caso de otro de sus colegas que mandó realizar la reconstrucción de los hechos en la violación de una joven y, como una muestra de cómo van las cosas en los estrados, se habla del "garage", un local dedicado a la venta de platitos del día en la ciudad de Sucre y si se pregunta el por qué de la denominación se responde que porque es ahí donde se arreglan los "autos"; en clara alusión no a los automóviles sino a las resoluciones judiciales.
Si el dicho latinoamericano afirma que hay que cuidarse de la mujer chilena, el hombre peruano y las leyes bolivianas, fíjense desde cuándo viene la fama de los magistrados nacionales y por eso mismo es difícil sostener esa ciega y absurda oposición a las elecciones de octubre porque, aún siendo una experiencia, servirá para mejorar no sólo la propia selección sino la calidad de la administración de la justicia, para evitar que se sigan enviando citaciones a los difuntos o los reos de culpa se declaren perseguidos políticos y reciban asilo diplomático en otros países donde tampoco funciona la justicia, por mucha propaganda que se de en el séptimo arte.
Y, conste, hay toda una antología para mostrar la idoneidad de magistrados, fiscales y otras yerbas; a los que sólo las excepciones salvan de la condena total.

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