Antes de desgarrarse las vestiduras por los cánticos de los soldados de la oligarquía chilena, que amenazan matar argentinos, fusilar bolivianos y degollar peruanos; hay que analizar por qué algunas tradiciones se están pervirtiendo y distorsionando.
En los cuarteles siempre se identifica al enemigo eventual, puede ser fulano, zutano o mengano y hasta se usa su foto o representación para hacer fuego; hay miles de ejemplos en casi todos los ejércitos del mundo; pero despreciar a los únicos vecinos que se tiene, como en el caso de Chile, es ya una perversión de cualquier sentimiento que se arguya.
Lo mismo pasa cuando, el día de las comadres, una fiesta tradicional anterior a los carnavales en Bolivia, se habla y se enfatiza que no se permitirán los hombres, que incluso los "mozos" serán del sexo contrario; no es más que ignorancia o distorsión porque la aludida fiesta es más bien integradora, es al ágape que los compadres ofrecen a las comadres y, por tanto, no puede darse sin la presencia de ellos. Otra cosa que hay que lamentar es que en el frenético consumismo que se impulsa distorsionando las tradiciones, las jovencitas aprovechen para emborracharse hasta perder la razón, la ropa y la dignidad.
De la necesidad de la integración, en el ámbito continental o el local, se pasa a la desintegración, al sectarismo, a la estulticia y el ridículo; se trate de los militares o de los civiles y por esto no hay por qué echarse ceniza en la cara sino tratar de enmendar las cosas y restarles las estupidez que quiere apoderarse de ellas.
Por lo demás, ¿no estaremos poniendo nuestras tradiciones al alcance de los impostores?
No hay comentarios:
Publicar un comentario