Es lamentable que se estén presentando distorsiones en el carnaval orureño o en el folclore del país porque repercute en la riqueza y el patrimonio que hay que defender.
Y no sólo son los comerciantes los que atentan sino también algunos "sociólogos" o "entendidos" que no saben de la misa la media; es hasta ridículo que uno de ellos diga, a propósito de la "kullaguada", que es una danza del neomodernismo y que tiene influencia del pop, ¿sabrá el majadero qué es el modernismo o qué la subcultura del pop?
Pero no sólo eso sino que algunos participantes, en su ignorancia, están distorsionando algunos vestidos como entre los "tinkus", cuyas monteras parecen ya árboles de Navidad, lo mismo que el resto de la vestimenta y lo más lamentable está entre los "tobas" que ya muy poco tienen de tales y nadie sabe qué significa esa intromisión de "brujos" o "amazónicos" que más bien parecen arapoes, siux o quién sabe qué.
El patrimonio es de todos y algo hay que hacer para evitar estas distorsiones de los ignorantes o de gente que participa en la fiesta sin saber por qué y cree que todo es consumo de alcohol o protagonismo eventual. Las instituciones pertinentes deben empezar una tarea urgente que todos debiéramos apoyar sin dejarnos llevar por sofismas de modernidad o cualquier estupidez porque una fiesta que, nada raro, tenga su origen miles de años atrás, según algunas investigaciones recientes, no se puede distorsionar así por que sí.
Y no hay nada peor que pervertir las tradiciones, el folclore, porque son gran parte de la cultura que nos hace diferentes y hasta auténticos.
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