En Oruro la ciudadanía todavía no sale de su estupor por haber amanecido con la noticia que el nombre de su aeropuerto, de Rafael Pabón un héroe nacional, se había cambiado al del actual primer mandatario.
No es raro, muchas personas en lugar de ser asesores se conducen más bien como "llunkus", es decir, serviles de la peor especie. Y, entonces, los "asesorados" caen en la trampa y se hacen un flaco favor al aceptar los consejos de los tirasacos; tenía toda la razón cuando cierto presidente francés pedía a Dios que lo salvara de asesores y otras yerbas porque le perjudicaban más que lo ayudaban. Lo mismo hay que decir en el ejemplo presente, quienes hayan aconsejado o aprobado el cambio no pueden llamarse leales o simpatizantes de Morales, porque lo que le están haciendo es un daño.
Lo malo es que la fama también interviene y no es poca cosa lo que influye en la soberbia para hacer creer a las personas que están por encima del bien y del mal; el caso del corredor paraolímpico y sospechoso de la muerte premeditada de su novia viene como anillo al dedo, aunque también hay que admitir que el "mercadeo" del consumismo tiene su parte en la exacerbación de la soberbia o los complejos de las personas para empujarlas hacia el precipicio. Y es que en un mundo materialista la fama, generalmente, fomenta la ambición y la avaricia y hace pasto entre quienes no saben cómo manejarla y ejemplos los tenemos abundantes en los deportes, las artes o la politiquería, sin querer excusar nada.
Todos también tendrían que conocer el dicho de la Bardot que afirmaba: "cuidado con los que caen a tus pies, pueden estar buscando tu caída".
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