Mientras el consumismo ha logrado "posicionar", como se dice en la jerga de mercado, el día de San Valentín; los bolivianos recordamos en esta misma fecha la invasión de Antofagasta, por parte de los mercenarios de la corona inglesa, y el "día de Valentón" o la oligarquía chilena, siempre prepotente, violenta e irracional que hizo posible el despojo de nuestro litoral.
Se ha recordado pues la fecha casi, casi, con los mismos actos acostumbrados y, como en muchas otras oportunidades, han surgido los entendidos en el tema, demasiados para nuestro gusto, que dicen lo que saben y, más, lo que no saben, haciendo aparecer la posición del Gobierno como les place y a su capricho.
Lo cierto es que, aparte de la estrategia de cambiar los puertos chilenos por los del Perú y los que nos acerquen al Atlántico, hay que insistir en la preparación de la demanda internacional denunciando el Tratado de 1904, que no cumplió los mínimos requisitos para ser firmado en paz y que se ha ido incumpliendo a lo largo del tiempo ininterrumpidamente por esa misma oligarquía sirviente de otros intereses. Si tenemos un concepto cabal de lo que es la justicia y las leyes ningún tribunal puede negarse a la petición boliviana de restitución e indemnización.
Pero hay que hacerlo porque hace ya décadas que se propuso la denuncia de ese tratado; pero son esos "entendidos" que tan frecuentemente aparecen, los que han ido postergando las medidas más razonables. Sólo así podremos festejar realmente el día de San Valentín y no el del sirviente valentón.
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