sábado, 9 de febrero de 2013

DESESPERACIÓN, INCAPACIDAD Y ....

Tiene mucha razón el Canciller boliviano cuando afirma que los miembros de la oligarquía chilena en el gobierno, se sienten cada vez más desesperados, incapaces y sin voluntad de diálogo, en torno a la reivindicación de nuestra salida y derecho al mar.
Si analizamos, al modo de una interpretación histórica, la situación podemos llegar a la conclusión que su principal obstáculo es la incapacidad. Y es que los gobiernos de ese país, exceptuando muy poquísimos, no han hecho otra cosa que servir de intermediarios de otros intereses como nos muestran los principales acontecimientos de su funesta participación en, por ejemplo, la Guerra del Pacífico o la de Las Malvinas y no siendo más que intermediarios no sólo que no tienen argumentos para hacer frente a una demanda ante las instancias jurídicas internacionales sino que les tiembla el pulso cuando el "apoyo" de las potencias no siempre es contundente y claro.
Este es el principal factor de la mala vecindad que Chile significa para los países latinoamericanos y la integración continental o subcontinental; porque no permite el uso real de la soberanía que tampoco se traduce ahora en favor de los pueblos de su propio territorio y que se muestra abiertamente cuando encuestas recientes muestran que parte de su juventud, verbigracia, rechaza y antipatiza no sólo con gitanos, peruanos, bolivianos  o argentinos sino también con los mapuches que no logran hacerse oír con sus propios y aparentes gobernantes.
A esta inestabilidad de su "soberanía" hay que añadir varios factores, entre ellos, la decadencia del imperio del norte, la creciente desconfianza en torno a los gobernantes de La Moneda y la insurgencia de competidores en el mercado del cobre o su posición estratégica en cuanto al acceso al mar.
Si somos racionales, su desesperación es fruto de su incapacidad de ejercitar su soberanía y, por tanto, de mostrar argumentos que, en derecho, excusen de algún modo su actitud de mala vecindad ante las naciones fronterizas que es reiterada.
Y nunca la desesperación ha sido buena compañera.

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