domingo, 17 de febrero de 2013

AL VIENTO Y LA ARENA

Muchas de las burocracias municipales, de Bolivia y el mundo, pecan de ineficiencia no sólo porque no recogen efectivamente las necesidades de la ciudadanía para proyectar sus obras sino porque emiten ordenanzas y otras normas que nadie las cumple. En el caso de Cochabamba, ni el propio alcalde.
Y, por esto, hay mucha frustración y hasta rabia contenida. Para el fin de semana, por ejemplo, se anunció con bombos y platillos la realización de un acto que pretendía ser el inicio de la recuperación y restauración del carnaval cochabambino; pero muchos tuvimos que retornar a nuestros hogares pues al ver lo preparativos, donde sobresalía la instalación de grandes altavoces y se presumía una contaminación acústica inaguantable, no se podía esperar nada bueno. A tal punto llegó la situación que el propio Presidente tuvo que suspender una reunión que se efectuaba en los ambientes de la Gobernación porque el ruido era insoportable, pese a que esas mismas burocracias supuestamente ediles aprobaron varios instrumentos para combatir ese tipo de actos y abusos en el ruido y los decibelios. ¿Pero quién acata esas normas que, además, se aprueban por centenas? Ni el propio principal del Ejecutivo que se hace pis en la disposición de reducción del parqueo en el casco viejo.
Y, en el mundo, existen muchas disposiciones como el día de tantos y de cuantos, que no sirven para nada más que el comercio o la distracción; pero que no aportan ni han aportado solución alguna y si no que lo digan las estadísticas que, de paso, tampoco sirven para nada. Son "instrumentos legales" que, como se dice vulgarmente, se escriben en el aire o la arena.

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