Desde hace ya bastante tiempo, se comenta que los que estudian Derecho, lo aprenden al revés, es decir, no para defender la institucionalidad, la legalidad o la moral sino para lo contrario: para encontrar cómo vulnerar códigos y principios.
Con esta lectura no es pues raro que se esté destapando una verdadera olla de grillos en que aparecen no únicamente algunos personeros del Ejecutivo involucrados sino, y principalmente, del Poder Judicial pues hay jueces, fiscales y abogados.
Aunque nos vanagloriamos de crecimiento y queremos ser urbe, para muchos todavía somos ciudades pequeñas donde nos conocemos unos a otros y sabemos de nuestras andanzas; por eso es que no pasa desapercibido cómo hicieron su dinerillo varios abogados, cómo se montaron algunos bufetes para defender narcotraficantes o, incluso, cómo se establecieron mafias entre ellos y policías corruptos para extorsionar y chantajear a la gente. ¿Por qué no se denuncia? Porque la impunidad está garantizada por el sistema de dependencia y donde casi es una costumbre que los denunciantes vayan a las cárceles, en lugar de los delincuentes.
La única solución para este creciente y vergonzoso mal es que se cierren las Carreras de Derecho y se recicle a casi todos sus egresados que, prácticamente, es imposible porque la "autonomía universitaria" estaría fuertemente cuestionada y porque los inculpados o culpables difícilmente van a asumir sus culpas; por lo que escandaletes más y menos, las cosas seguirán como están y con los mismos sinvergüenzas desgarrándose las vestiduras por la falta de "seguridad jurídica" o de "derechos y garantías". Pero el ciudadano común cree menos en sofismas.
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