Con mucha ingenuidad o falta de información , el presidente boliviano denuncia que los obispos hacen política y dice que habría que denunciarlos al Vaticano.
Y, la verdad, es que el clero, desde Constantino en el caso del catolicismo, hace política o, más exactamente politiquería, lo mismo que el resto de grupos sociales del mundo; sean ortodoxos, musulmanes o judíos, el clero o la sotana siempre ha intervenido en las luces y sombras de la política de los Estados y hay ejemplos notables de cómo determinados prelados se alzaron como influyentes hombres de monarquías, repúblicas o tiranías.
No es pues nada raro que el clero boliviano se deje llevar por los aires de la politiquería; pero haría bien, en honor de la verdad que dice perseguir, distinguir entre lo que se debe considerar como Iglesia y como clero, porque en lo primero se incluyen también los laicos, mientras en lo segundo es exclusivo de los uniformados. Claro que también hay que aclarar en el propio ambiente de la politiquería que el Estado siempre es laico aunque sea teocrático y que huele a sofisma o sectarismo eso de aceptar o prohibir ciertos ritos a título de "Estado laico" o de religión oficial o desconocimiento de ella.
De otro lado, en Bolivia y en el mundo conocemos la intervención de prestigiosos, o no tanto, representantes del clero que han hecho fuerza con el pueblo o se han prestado a la manipulación ideológica, de la dependencia o del colonialismo; el caso del "cura Timoteo" es conocido y su participación en la creación de la social democracia, la han sufrido muchos aunque no lo sepan, por sus connotaciones precisamente de la política de hegemonía.
No hay pues nada nuevo bajo el sol y si los obispos bolivianos, no todos, hacen politiquería es parte del drama, la tragedia o la comedia que se escenifica dentro o fuera aunque en detrimento de esas excepciones de entrega, solidaridad y fe, que unos cuantos regalan a los pobres o los marginados.
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