En el mundo, más que una historia, hay una historieta; donde se suceden los mismos personajes bajo distintas caretas -no por nada persona quiere decir careta- pero con los mismos actos, vicios y ninguna virtud.
De ahí que la historia oficial no coincide con la real o verdadera y es esa versión que ha creado mitos y leyendas a cual más absurdas, si tomamos en cuenta el destino trascendental del hombre. Se trate de la denominada segunda guerra mundial que fue todo menos una alianza para salvar al mundo, hasta el absurdo de la "revolución del 52" en Bolivia, todo está sujeto a profunda revisión porque no interpreta la realidad de las cosas.
En estos últimos días se impulsa en estas tierras una suerte de seminario o encuentro de "historia inmediata" que pretende hacer eso pero que tampoco, a gusto de muchos, puede lograrlo por la propia denominación del encuentro pues no se trata de la historia inmediata sino de una buena, real e inteligente interpretación de la historia de nuestros pueblos, para eliminar aquellos mitos que se han colado como verdades y que esconden hechos cuestionables como la instauración de la dependencia a través del manejo de la corrupción y la impunidad.
Hay que revisarlo todo; la triple alianza, el gobierno de Francia, de Rosas, las guerras del Pacífico y del Chaco, en el caso de Bolivia, que no fueron entre vecinos sino por intereses imperiales, el gobierno de Perón y su fracaso, el de Getulio Vargas, las historias de los bananeros, los "intereses" priistas o movimientistas que caracterizaron la politiquería en México y Bolivia; como hay que aclarar bien y definitivamente si le debemos más a la izquierda o la derecha el peso de nuestros males que se prolongan en el tiempo porque, dizque, que los pueblos que no tienen memoria corren el riesgo de repetir esa historia oficial que se manipula deliberadamente para echar un manto de sombra sobre la conciencia e inteligencia de nuestros pueblos.
Más que historia inmediata necesitamos interpretación y rectificación de la historia.
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