Los auspiciadores de la "historia inmediata" supongo que quisieron decir que es necesario pasar de la historiografía a la interpretación de la historia, para así entender mejor lo que sucede en el planeta.
Y es que la lectura de la historia no sólo que suele ser aburrida, dependiendo mucho del autor, sino que tampoco convoca mucho, en vista de su falsedad o imparcialidad pues, como muchos lo han admitido, la historia la escriben los vencedores.
Si se quisiese revelar, por ejemplo, lo que realmente pasó con la denominada "segunda guerra mundial", los resultados serían mucho más escabrosos y truculentos de lo que quieren hacernos creer a través del mandato de aceptar el holocausto o los episodios apologéticos de Normandía o el Día D, porque nos mostrarían como, subterráneamente, hubo un fuerte tráfico de armas y pertrechos que se tradujo no únicamente en la venta de camiones a la URSS sino también en el comercio fraudulento de fusiles y municiones que no coincidían o el contrabando de alcohol, tabaco o chocolate, entre muchos otros.
Por mucho que la historia esté escrita desde un solo lado, lo que nos falta es interpretarla,. leerla críticamente y establecer aquellas correcciones u omisiones que se presentaran para enmendarlas en beneficio de la verdad y para que, efectivamente, no se repitan más con ningún motivo. Algo realmente titánico si consideramos el ambiente en que nos movemos y en que se mueven las corrientes materialistas del mundo y su economicismo. Después de todo, la guerra sigue siendo el mejor negocio del mundo y no importa que signifique el sacrificio de millones de personas o la devastación de inmensos territorios, siempre que sigan siendo fuente de riqueza para unos cuantos. Por lo demás, la mejor interpretación de la historia que podemos encontrar; no está en un libro de ese rubro sino en uno impensado, radicalmente distinto que, si quiere consultarlo, se llama: "El legado mesiánico", independientemente del tema central que aborda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario