Esto de los infiltrados es un tema de nunca acabar; existieron siempre con diferentes nombres y no sólo en épocas de guerra sino también en la paz.
Cuando el Control Político sembraba el terror en Bolivia, uno de sus principales actores, San Román, no sólo tenía intervenidos los teléfonos de los adversarios del régimen sino hasta del presidente, su fiel amigo, "el mono". Lo mismo podríamos decir de muchas personas o instituciones que actúan como saboteadores o infiltrados. ¿No son papa noel, santa claus, el viejo pascuero, los infiltrados del mercantilismo en la fiesta de la Pascua? ¿No suena a infiltración eso del panetón, el árbol de navidad, la rosca, el pavo y otras menudencias con que se arrinconan nuestras tradiciones? Hay pues demasiados infiltrados en nuestra realidad y que están distorsionando costumbres, tradiciones y hasta la creencia o fe religiosa y, peor todavía las ideologías del mundo.
Cuando se trata de ganar una guerra los infiltrados, llámense comandos, satinadores o tiradores especiales, son los que más aportan porque extienden las líneas de la guerra hasta dentro del enemigo mismo. Y si hablamos de los propulsores de la paz y el entendimiento, tienen como enemigos a los infiltrados, así se llamen los mercaderes de los templos o los clericales que no hacen doctrina sino todo lo contrario.
No hay pues que extrañarse cuando Evo Morales denuncia que lo estaban filmando en una reunión reservada y eran los mismos policías que lo hacían. Indudablemente eran infiltrados; ¿pero a quién responden? Aunque las respuestas pueden ser varias, no hay nada mejor que ver quiénes financiaban y asesoraban esa institución en el pasado, para saber de quiénes se trata. Porque en la politiquería mundial es donde hay mayor cantidad de infiltrados, lo mismo que en los medios de comunicación.
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