Anoche, después de décadas, escuché hablar a un verdadero amauta y no a un impostor disfrazado de "descolonizador" de los que abundan ahora, queriendo sorprender con "ritos ancestrales" e interpretaciones absurdas sobre nuestra pertenencia a la cultura andina.
Me hizo recordar un frustrado convite de incorporación al CISA, el Consejo Indio Sud Americano, que recibiera a finales de la década de los setenta y cuya ceremonia debía llevarse a cabo en las inmediaciones del Titicaca; pero vino el golpe de Busch, luego el de García Meza y se perdió el contacto que se inició con una visita a mi domicilio, a las 6 de la mañana, por varios amautas que me dejaron maravillado y estupefacto no únicamente por la interpretación de nuestra historia y cultura sino por la abundante información mundial que tenían.
Ya en ese entonces se anunció lo que hoy vivimos y que nos ratifica como pertenecientes, más que a una cultura occidental impuesta por la cruz y la espada, a otra perteneciente a la raíz oriental y cuya raigambre está demostrado ser mejor y más robusta que la decadente caracterizada por un cientificismo excesivo y un materialismo suicida.
Pero lo que no hay que dejar de considerar y, por el contrario, incidir en ello; es que el proceso de cambio empieza por uno mismo, dentro de uno mismo y no es tanto creer sino estar informado. Pero no al estilo de los actuales medios sino en una permanente búsqueda de la verdad que se puede hallar en los lugares y personas menos pensados.
Aunque no se crea; un comentario de la Internet, a propósito de las especulaciones respecto al "fin del mundo" que decía: "la NASA sabe menos que nosotros", no es tan atrevido ni alejado de la realidad si consideramos que lo que más nos falta es información y, tal vez, debamos mirar hacia dentro que hacia fuera para satisfacer esta curiosidad.
Si no hay cambio de mentalidad, no hay futuro.
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