miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿TRATADOS O TRETADOS?

El nerviosismo de La Moneda, es cada vez más perceptible porque los asuntos "pendientes" que mantiene con Bolivia y el Perú, pueden acabar comprometiendo su salud e integridad territorial. Aunque en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, como decía Campoamor, y nadie puede asegurar que el Tribunal de La Haya cumpla su cometido, no hay duda que las cosas se le están poniendo peliagudas a la diplomacia intermediaria de los chilenos.
Porque no se trata de defender tratados sino de persistir en las tretas de ellos, es decir, los tratados sirven para que los cumpla el otro y no uno mismo, que ha sido la conducta digamos regular de la diplomacia inglesa y norteamericana y hay todo un abanico para demostrar el aserto, desde la cuestión de la guerra del opio hasta el de Kioto y tampoco nadie puede dudar que los gobiernos oligárquicos chilenos no han sido otra cosa que la expresión de intereses extraterritoriales o extra continentales.
Un mínimo de lectura de varios "acuerdos" que Chile clama en su favor, no resisten el mínimo análisis no únicamente por la forma cómo fueron firmados sino también por la forma que evitaron su cumplimiento, mientras exigían el fiel acatamiento de los otros; si nos aferráramos a la letra muerta del firmado bajo la presión de la guerra, en los albores del anterior siglo, Bolivia ya debiera haber encontrado y obtenido una salida soberana al Pacífico en compensación por lo usurpado; pero el estricto acatamiento que Chile dice seguir, no sólo que ha evitado su cumplimiento sino que ha mantenido beneficios que nuestro país concedió a empresas inglesas, como es el caso de las aguas del Silala, en perfecta consonancia con su intermediación simple y llana entre los intereses de unos y de otros.
A estas alturas del partido ya nadie cree en los tratados que La Moneda firma o deja de firmar, en el espíritu integrador que dice profesar o en la preocupación prioritaria por su pueblo; por muchas vueltas que se le de a la historia de la oligarquía chilena, nadie consigue establecer que los gobernantes hayan respondido a intereses nacionales o regionales. No; y es por eso que el nerviosismo cunde porque no sólo se trata de tratados sino de descubrir toda una realidad que se esconde detrás del palacio de La Moneda y que no es otra cosa que una dependencia rayana en el servilismo más soez.

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