Curiosamente desde que las autonomías se han instalado en los municipios, los problemas comunales han dejado de ser tales y se convierten en problemas para toda la población por los perjuicios que representan: Si ahora es el caso de Yapacaní, ayer fue La Guardia, Parotani, Vinto o cualquier otro porque ante el descontento o simples y vulgares manipulaciones, los pobladores bloquean calles y carreteras con perjuicio general.
Lo que demuestra que, en primer lugar, las autonomías no funcionan; segundo, que algo anda mal dentro de la democracia municipal y, tercero, que por encima de la voluntad que se expresa en las urnas persisten los intereses que quieren imponerse por la fuerza.
Aunque parece un tema sencillo o de intransigencia; no lo es porque compromete todo el sistema y habría que hacer profundas revisiones en los estatutos, en la ley electoral y en la conciencia misma de la democracia porque es evidente que el sectarismo continúa. Pero la cuestión no se detiene sólo en estas muestras de manipulación o descontento sino hasta en el ejercicio de la autonomía municipal, porque concejales y alcaldes chocan frecuentemente al respecto y porque entienden, especialmente cuando les conviene, cosas distintas en sus mismas acciones, como ha sucedido en la cuestión de la aprobación de una ayuda a la policía nacional que no es competencia edil sino del gobierno nacional; aunque habría que abogar por una desconcentración de la institución del orden, para que sus jerarquías reclamen y no sumen problemas sin razón y sin sentido.
Como se puede ver esto de los problemas municipales hay que solucionarlos a tiempo para que no se extiendan como cáncer en el organismo de la democracia.
Lo fundamental en las autonomías es que se solucionen los probelmas dentro de su jurisdicción sin molestar ni perjudicar a nadie.
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