Una de las cosas que caracterizó el periodismo de hace tiempo, es su lucha por el bien común. Por encima del sectarismo de los partidos, de las tiranías conculcadoras de derechos, de las amenazas a la libertad de expresión y otros hechos históricos; los periodistas siempre salieron en defensa de la colectividad, del bien común, de la libertad para todos, no para unos cuantos.
Hoy la mayoría de los medios de comunicación se han hecho tendenciosos y son excepciones los que continúan con la vieja tradición. Basta ver los llamados informativos para comprender hasta qué punto se ha desviado la misión del periodista; del hombre culto e informado que caracterizó al gremio. Ya sea por intereses sectarios, ya sea por falta de preparación, se hace escándalo de nada y se echa leña al fuego aunque tal acción suponga el desconocimiento del bien común, de la colectividad, de los intereses del Estado bien entendidos. Lo que ha sucedido con la marcha de los "gremialistas" en Cochabamba o de los "transportistas" en La Paz, es una comprobación de cómo las tendencias se imponen y los problemas reales se dejan de lado; porque no es cuestión de si están o no a favor o en contra del régimen de gobierno sino de cómo se actúa en contra de la ley y no se quiere percibir que esta actitud es subversiva, de desacato y si alguna objeción hubiese el ciudadano común, tiene las formas legales de solicitar su revisión; pero no puede hacerlo atribuyéndose la representación del pueblo, imponiendo el sectarismo sobre el bien comnún, fomentando el desacato que es la mejor termita de la democracia.
Y mientras los "periodistas" olviden el bien común y se hagan tendenciosos, seguirá la subversión que amenaza la libertad en general y no únicamente la de informar; aunque pésimamente y con intereses ocultos en contra de la sociedad en general.
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