Se ha hecho una costumbre entre los bolivianos hablar sin sentido; desde aquellas amenazas de "hasta las últimas consecuencias", hasta "exigimos", hay una variedad que podría enriquecer la democracia pero que, contrariamente, la pone en riesgo; porque no se trata de reivindicar nada sino de hacer valer caprichos personales. gremiales o de logias que funcionan en la oscuridad.
Si bien es una consecuencia de cierta connivencia entre la derecha y la izquierda, es decir, entre los capitalistas y los marxistas que, varias veces se han unido para impedir que surjan otras ideologías más nacionalistas o socialistas que las que maneja la demagogia; no por eso se puede dejar pasar esta suerte de tentación indefinida al caos que resulta de esta palabrería.
Lo peor es que se ha acostumbrado a que la denominada oposición, especialmente en los últimos años, recurra a esta palabrería sin más y sin vergüenza alguna porque no tiene planteamiento teórico, ideológico, programático qué ofrecer y se contenta con poner piedras en el camino. Si hiciésemos una valoración imparcial y racional de nuestra historia, nos encontraríamos con que la politiquería que se ha instalado en nuestros palacios es no sólo vulgar sino nociva para el pueblo, la democracia y el sistema de gobierno; por lo tanto, hay que condenar tanto las oposiciones de la supuesta derecha como de la supuesta izquierda porque no recogen ni las necesidades ni las aspiraciones del pueblo que lo que quiere es hacer política, ideología y desarrollo; pero no en la teoría o la demagogia sino en la realidad; fuera de la manipulación de los extremos materialistas del espectro politiquero. Por esto es que hay indignados por doquier; porque ya no se hace política y se quiere reducir todo a la politiquería que es toda una impostura y una usurpación denigrante en contra de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario