Si el salario estuviese en función de la idoneidad sería lo más justo que hubiera en el mundo; pero también un pandemónium; porque no es fácil determinar la idoneidad de las personas en su profesión, oficio o arte. Así como hay médicos a los que no alcanzaría el dinero para pagarles su atención; los hay también a los que habría que echar a patadas de los hospitales porque no merecen salario alguno. Y así se repite el problema en todas las áreas del quehacer humano incluidas las artes donde muchas veces uno no sabe si está en presencia de un genio o de un farsante y se quiere hacer pasar por arte hasta la estulticia.
La cuestión viene a cuento a propósito de la jornada de 8 horas del personal médico y los pronunciamientos respectivos. Hace ya bastante tiempo que el debate entre lo justo y lo injusto se plantea en las mismas instituciones; porque, por ejemplo, había algunos pocos profesionales que acaparaban cargos de hasta más de 6 jornadas completas, es decir, teóricamente, 36 horas, mientras otros no tenían dónde ganar el básico; independientemente del prestigio e idoneidad hay pues también este otro aspecto: la distribución de ítemes y los correspondientes exámenes de competencia o de méritos que, muchas veces, se manipula totalmente y de manera grosera; como cuando el gobierno mirista publicó una convocatoria a la que sólo le faltaba el nombre y apellido para completarse.
Lo primero que habría que atender es la idoneidad y después el salario y no, como se quiere hacer ahora, al revés y en contra de los que cumplen su labor profesional con idoneidad, moral y ética; finalmente la medicina siempre ha sido un servicio y no un negocio que se maneja de acuerdo a términos comerciales como la especulación, y el acaparamiento; aunque para eso haya que reformar toda la concepción actual de la economía o economicismo que sería lo más acertado.
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