Cerrar los ojos a la realidad es siempre negativo; por eso es que no aceptar que en los medios de comunicación existen tendencias y tendenciosos, es peor que aceptar la represión. Porque en el mundo entero la información está en pocas manos, empresarialmente hablando, y nuestro país no se salva del tema y, peor todavía, muchos son apenas sucursales de las transnacionales que actúan en cadena.
Es bueno hablar de libertad de expresión y de información y hasta de acceso a la cultura; pero es siempre aconsejable no dejarse llevar por los fuegos fatuos y andar detrás de los sofisticadores como burros; porque la alienación, sea a cualquier cosa, es una negación a la libertad, a la autenticidad, a la identidad y se da muchas veces, precisamente, por la influencia que los medios han alcanzado para fijar modas, usos y hasta costumbres y si no que lo desmientan la navidad comercial que vivimos cada año, en detrimento de nuestras creencias religiosas, de costumbres ancestrales o ritos culturales.
La única manera de ser amplio y comprometido con el presente y el futuro es estar dispuesto a discutirlo todo; desde las libertades que supuestamente gozamos, hasta las restricciones que, incluso, personalmente nos imponemos como respuesta a la moda o a las enseñanzas de Freud. No hay que perder de vista que la libertad trae consigo el deber y la delegación de soberanía es el pilar de la democracia; pero siempre hay que estar atentos para que, en su nombre, no nos arrebaten la independencia, como decía Madame Rolland al pie de la guillotina en plena revolución francesa y siendo una de sus combatientes más fervorosas: "libertad, cuantos crímenes se cometen en tu nombre"
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