Por diversidad de circunstancias hemos sufrido un "chaqui" tecnológico que no nos ha permitido estar en la red sin interrupciones; algo más de la dependencia y el subdesarrollo que tenemos que soportar porque no tenemos el modo apropiado para hacer negocio con la ciencia y la tecnología, que se ha acaparado por unos cuantos.
Aunque muchas veces se deja pasar, la ciencia y la tecnología le deben mucho más a la humanidad, que ésta a ellos, porque la forma en que ha servido para esclavizar, colonizar y explotar a los pueblos es ominosa desde cualquier punto de vista. Pero como sufrimos una tiranía cientificista desde que la razón desplazó a la revelación tenemos que pagar el tributo en sangre.
Porque eso que circula en la tierra a nombre de la ciencia no es tal, por muchos lauros que se adjudique a sí misma; si la comparamos con lo que la protohistoria nos muestra como logros de la sabiduría ancestral de muchos pueblos, es una pulga tuerta en un garaje.
Baste para ejemplo, la respuesta que en cierto pueblo centroamericano se dio a la costumbre de "hablarle al árbol", para transmitir un mensaje telepático; al preguntar por qué, un científico, la respuesta era obvia: porque no tengo teléfono". La ciencia, o más exactamente el cientificismo, le ha restado capacidades al hombre y lo ha degradado haciéndolo creer que avanza cuando más bien retrocede. Y a todo ese arsenal con que la supuesta ciencia sofistica, se la llama materialismo; el mal al que todos hemos sido incorporados muchas veces sin apenas darnos cuenta.
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