La vida nos enseña que las más de las veces es difícil aprender a callar que hablar porque usando de la lengua podemos comprometer lo mismo que queremos proteger.
Algo de ésto está sucediendo con algunos premios que se entregan a periodistas y que comprometen la propia veracidad o libertad de expresión; porque al concederlas sobre un tema polémico, como es la cuestión de la marcha de algunos nativos del TIPNIS, no se hace más que echar más sospechas sobre las que ya existen.
A propósito del tema; cuando se trata de hablar de libertad de expresión, la mayoría saca su revolver cuando lo que corresponde es debatir la cuestión. Porque no bajo esa excusa, se va a seguir tolerando la gran manipulación de los medios de comunicación por parte de unas pocas transnacionales y que ha sido suficientemente demostrado cómo distorsiona la realidad del mundo.
Se trata pues de libertad de expresión para el individuo o para los comerciantes de las transnacionales que siguen haciendo negocio con sofismas y eufemismos y enfrentando a unos y otros con total impunidad. Estamos de acuerdo con la libertad de expresión y, por lo tanto, también con la crítica al manejo de la información; porque no podemos ser cómplices de la manipulación cínica ni artera, como algunos sospechan que se hizo con la cuestión de una carretera que ha sido pésimamente manejada, tanto por el oficialismo como por la oposición; en detrimento del bien común, de la colectividad, del Estado.
A veces, algunos premios comprometen, más que distinguen, a quienes los reciben y seguramente no es eso lo que merecen los receptores.
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